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Otoño
Telurian se encuentra en la estación otoñal, las bajas temperaturas y vientos golpean las ciudades y hacen crecer la humedad del aire mientras los bosques ceden a los vientos y pierden sus ya secas y amarillentas hojas. En el desierto se crean peligrosas tormentas de arena.
El Bosque de las Doxys
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El Bosque de las Doxys
El Bosque de las Doxys se encuentra al sur del Reino de los elfos, sirviendo como frontera entre ésta y la zona montañosa. Es un gran bosque, aunque los hay mayores en el mundo, y es el hogar de las doxys, mujeres que viven unidas a sus robles, en el gran bosque. Dentro del bosque existen varios arroyos y riachuelos que proporcionan agua a las dríadas, así como un milenario roble, vinculado con la reina de la especie y que sirve de hogar entre sus gruesas ramas y sus profundas raíces a las demás dríadas.
Las doxys no tienen moneda, ni ciudades, ni clases. Reconocen a una reina y a su hija la princesa, pero no suelen tratarse entre ellas con condescendencia. Viven en el bosque y suelen hacer vida común en el gran roble de la reina Xantha.
Se alimentan de los frutos maduros que caen de los árboles que crecen en el bosque, pues nunca arrancarían nada de ellos, ya que se sienten muy unidas a estos y pueden comunicarse con estos. No suelen comer carne, ya que están en contra de herir animales, pero pueden hacerlo. Prefieren mantenerse vegetarianas y beben zumos de frutas y jugos de plantas en vez de vino o cerveza.
Todo se lo proporciona el bosque, por lo que no necesitan comerciar. Quizás, de vez en cuando, negocien con algún mercader su vida por ropas y demás objetos o, sencillamente, las reciban como regalos de los hombres.
Son mujeres vinculadas a unos robles que se plantan cuando nacen. Su aspecto es hermoso y juvenil, pues todas ellas son menudas y no parecen superar, en aspecto, la edad de una chica de 14 a 16 años. No son fuertes y apenas pueden pasar el metro cincuenta de estatura. Sin embargo, son muy hermosas y su presencia resulta engatusadora para cualquier hombre. Suelen tener los ojos claros y brillantes, en tonos verdes, azules, color miel; tonos muy relacionados con los claros colores de los árboles y el bosque. De la misma forma, sus cabellos serán rubios en todos sus tonos hasta el castaño claro y pelirrojas. No se conoce ni se nombra ninguna doxy con el pelo oscuro en las historias. El tono de su piel puede ser ligeramente verde pálido a bronceado como el olivo. Son muy infantiles, pues nunca se enfrentan a una vida dura fuera del bosque. Todos los nombres de dríadas comienzan y deben comenzar por “X” pues es una costumbre muy respetada entre ellas.
Suelen vestir túnicas cortas que confeccionan ellas mismas, de colores verdes y marrones, tonos relacionados con el bosque siempre. También crean ellas sus propios arcos con flechas de punta de madera, sencillos, pero para el uso que tienen eficaces. Por ello, tratan a los intrusos de su bosque sin escrúpulos, matándolos generalmente, aunque si son hombres y las dríadas conocen o se llevan bien con las mujeres, pueden pedirlos “prestados”.
Rara vez una doxy abandona el bosque, porque el mundo fuera les es hostil y desconocido. Además, un intenso sentimiento de añoranza hacia el bosque y el roble al que están vinculadas no permite que pasen largas temporadas fuera del bosque, teniendo que volver regularmente a su hogar, ya que se vuelven decaídas, sin ánimos y apesadumbradas. Su comportamiento dentro del bosque cuando aparece un hombre se resume en juguetón, ya que intentan que ese hombre escape para matarlo o herirlo y para acostarse con ellos. De esa forma, quedan embarazadas y perpetúan su especie, pues una dríada sólo puede tener hijas que serán doxys.
Destaca su afición por los dulces. No están acostumbradas a ellos y una cantidad abundante puede producirles dolores de estómago antes que a los hombres normales, pero se olvidan de todo en cuanto les ofrecen caramelos o dulces. Son tan inocente y vulnerables en ese aspecto que los cambian por besos, o por lo que se les pida, siempre que lo valga el número de pasteles.
Las doxys no tienen moneda, ni ciudades, ni clases. Reconocen a una reina y a su hija la princesa, pero no suelen tratarse entre ellas con condescendencia. Viven en el bosque y suelen hacer vida común en el gran roble de la reina Xantha.
Se alimentan de los frutos maduros que caen de los árboles que crecen en el bosque, pues nunca arrancarían nada de ellos, ya que se sienten muy unidas a estos y pueden comunicarse con estos. No suelen comer carne, ya que están en contra de herir animales, pero pueden hacerlo. Prefieren mantenerse vegetarianas y beben zumos de frutas y jugos de plantas en vez de vino o cerveza.
Todo se lo proporciona el bosque, por lo que no necesitan comerciar. Quizás, de vez en cuando, negocien con algún mercader su vida por ropas y demás objetos o, sencillamente, las reciban como regalos de los hombres.
Son mujeres vinculadas a unos robles que se plantan cuando nacen. Su aspecto es hermoso y juvenil, pues todas ellas son menudas y no parecen superar, en aspecto, la edad de una chica de 14 a 16 años. No son fuertes y apenas pueden pasar el metro cincuenta de estatura. Sin embargo, son muy hermosas y su presencia resulta engatusadora para cualquier hombre. Suelen tener los ojos claros y brillantes, en tonos verdes, azules, color miel; tonos muy relacionados con los claros colores de los árboles y el bosque. De la misma forma, sus cabellos serán rubios en todos sus tonos hasta el castaño claro y pelirrojas. No se conoce ni se nombra ninguna doxy con el pelo oscuro en las historias. El tono de su piel puede ser ligeramente verde pálido a bronceado como el olivo. Son muy infantiles, pues nunca se enfrentan a una vida dura fuera del bosque. Todos los nombres de dríadas comienzan y deben comenzar por “X” pues es una costumbre muy respetada entre ellas.
Suelen vestir túnicas cortas que confeccionan ellas mismas, de colores verdes y marrones, tonos relacionados con el bosque siempre. También crean ellas sus propios arcos con flechas de punta de madera, sencillos, pero para el uso que tienen eficaces. Por ello, tratan a los intrusos de su bosque sin escrúpulos, matándolos generalmente, aunque si son hombres y las dríadas conocen o se llevan bien con las mujeres, pueden pedirlos “prestados”.
Rara vez una doxy abandona el bosque, porque el mundo fuera les es hostil y desconocido. Además, un intenso sentimiento de añoranza hacia el bosque y el roble al que están vinculadas no permite que pasen largas temporadas fuera del bosque, teniendo que volver regularmente a su hogar, ya que se vuelven decaídas, sin ánimos y apesadumbradas. Su comportamiento dentro del bosque cuando aparece un hombre se resume en juguetón, ya que intentan que ese hombre escape para matarlo o herirlo y para acostarse con ellos. De esa forma, quedan embarazadas y perpetúan su especie, pues una dríada sólo puede tener hijas que serán doxys.
Destaca su afición por los dulces. No están acostumbradas a ellos y una cantidad abundante puede producirles dolores de estómago antes que a los hombres normales, pero se olvidan de todo en cuanto les ofrecen caramelos o dulces. Son tan inocente y vulnerables en ese aspecto que los cambian por besos, o por lo que se les pida, siempre que lo valga el número de pasteles.
Risknar- Admin
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