Bosque Fronterizo

El bosque es un lugar húmedo y siniestro, pero una zona es especialmente peligrosa que los oscuros pasajes que ya has recorrido. Aquí los árboles son enormes y los robles grandes y nudosos levantan sus ramas desnudas por encima de los pinos y abetos oscuros. El suelo está cubierto por un musgo grisáceo que tiene un aspecto enfermo e insalubre. El terreno favorito para las emboscadas. El suelo de este bosque está cubierto de huesos. Al principio te parece ver en el suelo sólo un par de amas retorcidas asomándose entre el musgo con sus extremos enredados en un arbusto cubierto de malezas. Luego adviertes con repulsión que son huesos verdosos de un brazo humano, con los dedos aferrados al arbusto en las últimas convulsiones de su agonía. Este fue el campo de batalla de muchas guerras, pero principalmente los estragos de la guerra contra los Kaísers dejaron el bosque en tal estado.

Te preguntas porque no se le ha enterrado. Mil hombres necesitarían mil años para juntar todos los huesos que yacen aquí y darles sepultura. Generaciones enteras de humanos descansan aquí: Todos yacen aquí, donde cayeron, y el musgo cubre su sueño eterno. Apartas la vista del brazo solitario que se levanta entre un mar de musgo en el suelo del bosque. Las extrañas protuberancias de aquel musgo permiten adivinar todo el horror que se pudre en su interior. Cuando levantas los ojos descubres que la superficie irregular se extiende hasta donde alcanza la vista.

De repente, te sientes observado. Algroths: unos seres no humanos, emparentados de forma lejana con los trolls. No son moradores habituales del bosque, sino que, cuando tienen hambre, bajan de las montañas y no dejan supervivientes para que se comente su presencia. Oyes de pronto un extraño rugido que viene desde el fondo del bosque: no estás seguro, pero crees que se llaman entre ellos, intentado rodearte. Cuando al fin puedes ver uno, te sorprende su tamaño. Son enormes, tienen brazos simiescos y garras en lugar de dedos, garras que has de cuidarte mucho que no rocen tu piel, pues son altamente venenosas. Su cara caprina está coronada por cuernos puntiagudos y tiene largos colmillos amarillentos. Su piel pardusca es escamosa como la de un reptil.