Perdiendo la razón (Achlys) -Noche-

La noche, infinita plegaria de aquellos que no podemos ver el sol. Nuestra única compañera para las fechorías de las que usualmente nos regocijábamos, matar hombres y mujeres, beber de sus finos y elegantes cuellos en alguna fiesta de la alta sociedad. Eso y más hacía ahora que trabajaba en esto y lo más importante era que me estaba haciendo un nombre y por qué no decirlo, me gustaba el peligro y los llantos de quienes debían de pagar. Asumo que poco a poco me convertía en un  ente peligroso, pues mi propia mente y mi otro yo cada día se volvían un caos, pero el caos era mi arma favorita.


El olor de Risknar era dulce, amaba esa zona intermedia entre los ricos y los pobres, pues allí nada ocurría, no era más que una puta línea divisoria entre la nada y el todo. Una arrogancia de la vida, una estupidez si me lo preguntaban a mí. Sin más suspiré, a mi camino hacia la Risknar pobre aún le faltaban kilómetros, pero esperaba que la diversión y el placer me encontrara  y me diera la bofetada que necesito para hacer de una noche normal, una noche al estilo Eckard.


Las calles de aquella población estaban finamente empedrados y las luces eran otorgadas por finos faroles con enormes velas, como si el instinto del ser humano no pudiese con el poder de  la oscuridad. Era gracioso saber aquello, a lo que le temían. Era gracioso saber que de aquello que los hacía quedarse despierto por las noches, yo era de los bichos más peligrosos que sus conciencias podían hilvanar, el mito de los vampiros. Su sed de sexo y venganza. ¿No lo ven? es gracioso, sobre todo para alguien como yo que habla con alguien como si pudieran escuchar mis pensamientos.

La noche me hacía ver de otra manera la vida, me divertía, caminaba risueño por la calle mientras la gente a mi alrededor que volvía a sus casas se me quedaba mirando, no solo por el color de mi piel, sino por aquella sonrisa que aparecía de la nada. Aunque ella se esfumó cuando vi un tumulto de personas adelante, como si  estuvieran observando algo, ¿algo gracioso tal vez? ¿Algo tenebroso? La curiosidad me ganó así que intenté acercarme para ver lo que hacían los demás, lo bueno es que la noche apenas había comenzado y yo quería un poco más de diversión, así que si nadie me la daba, yo la buscaría en su lugar.

Lo que pude ver no era más que una detención ciudadana, que pereza, montones de pequeños seres humanos tomando la justicia que no existía en un mundo como éste, montón de torpes e ilusorios personajes con una vida de miseria intentando mejorar un mundo que ni siquiera le interesaba mejorar. Volví a suspirar pues todo me parecía aburrido, ni siquiera podía ver a quienes estaban culpando, solo podía escuchar las típicas frases de devuelve lo que te robaste.

Que aburrido me parecía todo, intenté meterme entre la multitud para ver lo que realmente sucedía, lo que pasó después pues… no me lo esperaba, un grito resonó desde atrás, y todos desviaron su atención, pero yo no quise perderme de vista ninguno de los dos eventos, pero seguían pasando muchas cosas como para mantener la atención en algo. No obstante, lo aburrido pronto se convertiría en diversión, y yo, Eckard Eins...amo la diversión, pasé mi lengua sobre mi labio superior y sonreí, la sorpresa se apoderaba de la noche y yo me quedaría con el premio mayor

¿El azar nos hacía una jugarreta? de pronto la gente comenzó a correr, no sabía si por miedo o por placer, cuando unos barriles de cerveza, por lo que pude ver de uno que se había abierto de los golpes calle abajo, comenzaban a rodar calle abajo. Algunos escapaban de que aquellos barriles no les dieran en toda la cara y otros querían de esas cervezas gratis. A decir verdad era un espectáculo gracioso, así que me quedé mirando como los tontos iban detrás de aquellos barriles cuando algo me distrajo, una joven se me acercó, su cabellera era suficientemente rubia como para llamar mi atención, incluso aunque estuviera cubierta de barro.

-Jovencito...-comenzó a tartamudear de manera extraña, arqueé una ceja mirándola hablar.
-Por caridad, por piedad. Me muero de frío, me muero de hambre una limosna para una noche difícil.

Parecía recitando alguna receta que le diera el dinero que necesitaba para vivir, como todos los pobres, nada que no hubiera visto ya. Pero pese a todo su cabello rubio y sus ojos profundos tenían algo que me agradaba. Una sensación de vacío que no veía hace mucho tiempo. Rápidamente tomé su cuello con delicadeza y la miré a los ojos, sus finos rasgos aún se veían tras aquel lodo que cubría su cara, al parecer no se había bañado en un tiempo. -Lo siento, tienes algo en la cara - Dije suavemente y saqué un pañuelo para limpiar su rostro, froté su cara con ternura, de alguna manera me gustaba incomodar a las niñitas, me gustaba ver sus extrañas y variopintas reacciones.

-¿una moneda? – Busqué en mi abrigo por una, pero saqué dos, se las iba a entregar cuando una idea se me ocurrió ¿Qué tan desesperada estaba? La miré detenidamente y pese a todo, era realmente hermosa. Del tipo de chica que me gustaba, pero estaba bastante sucia y maltraída, pensé que probablemente podía hacer algo por ella, después de todo no vivía del mundo criminal para nada, allí podías obtener cosas interesantes. Realmente interesante.

-¿Qué pasaría si te dijera que puedes conseguir más monedas? Solo tendrías que seguirme - Y el rey serpiente había hecho su jugada, había recordado el próximo trabajo que me habían ofrecido y necesitaba una compañera, alguien con ganas de meterse en problemas y de obtener un poco de dinero, pero alguien que me pueda servir para después, podía ser una buena oportunidad para obtener lo que necesitaba y ella también aunque no estaba seguro si el mundo en el que me movía sería de su agrado. Bueno, probablemente no pero, eso a mí no me interesaba.

-Mi nombre es Eckard, por cierto – Levanté su mano y la besé sin dejar de mirarla a los ojos, su mano estaba sucia también, pensé para mis adentros que debíamos de ir a ver al contratista por un baño primero.

La muchacha se alejó de mí, tal vez había resultado mi intención de incomodarla, me encantaba observar aquello, como las personas reaccionaban frente a diferentes situaciones que mi mente privilegiada hilvanaba con lujo de detalle, prolijo en el quehacer de la manipulación. Una artista, el mejor en lo que hacía.

-Una moneda, solo os pido una moneda- Sus reacciones seguían pareciéndome esquivas, sobre todo cuando dijo lo siguiente. -Creo que os equivocáis de señorita caballero- luego de haber besado su mano ella se detuvo, pero inmediatamente continuó, quería evitar algo a toda costa, ¿pero qué?

-No soy esa clase de ¨señorita¨ ...- Inmediatamente reí para luego pasar mi lengua sobre mi labio superior izquierdo. El constante movimiento de mi cabello producto de la suave brisa que comenzaba a resoplar me dio el aire de misterio que necesitaba. Al parecer la chica creía que quería pagarle por sexo, lástima que tuviera poca imaginación, porque yo no necesitaba pagar por sexo para tenerlo.

Vi como su atención se fue hacia otro lugar y miré, era un par de niños a los que ella les hacía señas, me pregunté si estos muchachos intentarían robarme, y también quien era ellos, muchas preguntas para una fina mujer enlodada el na pobreza del hoy y la tristeza del mañana.

-Si...- Dijo después de volver su atención a mí, levanté una ceja curioso, algo había cambiado y descubriría qué -Dígame señor Eckard...De que se trata- ¿estaba pensándolo? ¿Tenía intención de meterse en este mundo de las pillerías en el que yo vivía? ¿Su mente y frágil cuerpo de muñeca aguantaría aquello? ¿O simplemente se quebraría como la mayoría?, me encantaba hacer preguntas al aire porque el aire señoras y señores, es aquello que todo lo oye y todo se lo lleva.

-Mi nombre es...Sylhca- Noté que se tomó su tiempo, pensé que podía ponerme a practicar mis habilidades innatas de análisis, veamos, un titubeo en su nombre, dos niños llevando a un hombre a rastras y haciendo que ella cambiase de opinión tal imagen... sin duda creo que me había encontrado una joya. Ella podía ser útil, probablemente hasta buena trabajadora.

-Si mi nombre cuesta...así que mejor llámame Syl (Sil)- Aclaró, probablemente por dudó en decirme su nombre, no obstante yo aún tenía muchas dudas al respecto.

Vi como la joven miraba el suelo y comencé a notar cierto nerviosismo en ella, tanto así que comenzó a intentar evitar mirarme a la cara, llevé mi mano hasta su mentón y le levanté la mirada para que llegara hasta mis ojos, solo entonces comencé a hablar. -Lamento si creíste que intentaba comprar tu cuerpo, no soy ese tipo de hombre -le cerré un ojo, quería parecer amigable. -Lo que quiero es ofrecerte un trabajo, tan solo me tienes que acompañar a cierto lugar, un tanto peligroso, pero si lo hacemos bien no pasará nada. Entramos allí, nos llevamos algo, salimos y alguien nos esperará en otro lado con dinero por aquello que nos llevamos. Puede que te parezca un poco "ilegal" pero, es dinero relativamente fácil, pero para entrar necesito una compañera y cuando te vi supuse que eras la indicada.

Hice una pausa y me alejé de ella -Si haces lo que te digo, todo saldrá perfecto, solo necesitamos algunos preámbulos, te los diré si aceptas la propuesta, tómalo como que será una experiencia nueva y adrenalínica.

___________________________________________
Eckard Eins: 5 puntos de experiencia