Maldita sea! [2/3] -Noche-

¿Qué es lo que tiene que hacer una mujer para ganarse la vida? No podía comprenderlo, sinceramente no podía, había visto aquel anuncio días atrás, pero nunca me esperé que fuera esto. ¿Por qué?, ¿Por qué era tan difícil salir adelante? Yo tan solo quería ser un apoyo para mi hermano perdido, cada vez que le veía salir por esa puerta pensaba que no le volvería a ver y sin embargo no podía evitar pensar en la ansiedad que me generaba verle sano y salvo, pues no podía hacer nada más, nadie me dejaba hacer algo más.

-¿Vienes por el puesto? - Me dijo aquel hombre gordo dueño de ese bar en la zona pobre de Risknar, lo miré con desagrado, como si quisiera tomarme de la cintura y comenzar a olerme como si fuera un cerdo. El tipo no dejaba de mirar a ver si podía ver algo a través de mi escote y yo comenzaba a molestarme. El tipo se encontraba de pie junto a la barra con un paño sucio limpiándose las manos, esperaba al menos que no usara el mismo estropajo para lavar los vasos. -Creo que puedes servir, ¿Sabes moverte muñeca?

*¿Eh?* Pensé inmediatamente, ¿a qué se refería con que si sabía moverme? ¿y por qué demonios me llamó muñeca el malnacido este?, no pude evitar poner una mueca que reflejaba de forma inmediata mi disgusto por lo que el sujeto comenzó a reír y continuó la palabrería -Oh vamos, ¿no pensarás que las mujeres que contratamos aquí solo sirven alcohol?, cada una hace su "trabajito especial" para los clientes, ya sabes - El tipo se me acercó e intentó tomarme de la cintura - Aquí las chicas no llevan pantalones así que tendrás que sacártelos cuando trabajes - Me alejé inmediatamente pisando sus zapatos y salí enfurecida de aquel puto local.

Caminé rápidamente hacia una plaza y me senté allí; aquel lugar era de los pocos bonitos en la Risknar pobre, principalmente porque desde ahí se podía ver el castillo principal del rey, un enorme palacio de colores azulados y hermosos adornos, mientras la bella  vista tan solo era condensada por una suave brisa vespertina. Suspiré al recordar las palabras de mi hermano, acerca de que una vez vivimos allí, en la zona noble, pero aquello fue antes de que pudiera recordar muchas cosas.

Me sentía triste y no necesariamente por aquella vida de lujos que perdí, sino por otra cosa, no sabía bien que era. Solo estaba segura de una cosa, tenía que encontrar un trabajo para ayudar a mi hermano con los gastos de la casa, él me trata así por culpa y no le gusta que haga nada, pero quiero ayudarle, aunque sea solo un poco, quiero que se deje de sentir culpable y que deje de hacer esas cosas peligrosas que hace por las noches de las cuales no me quiere contar. Estoy triste por tener miedo a perderlo y que una noche no regrese más. Tengo miedo porque es la única familia que me queda y no puedo fallarle, incluso después de todo lo que hemos vivido, no puedo fallarle.

Miré el cielo y ya estaba anocheciendo, supuse que era hora de volver a casa, probablemente mi hermano podía estar esperándome allí... Dios... ¿Pero que me pasa? Apenas y pienso eso y ya ando riendo como estúpida en la calle. Me abofeteé un poco la cara para volver a mí, a la tranquilidad de la noche, me levanté de aquella pequeña plaza y seguí camino a casa.

El frío comenzaba a aumentar por lo que me crucé de brazos al caminar, podía ver el vaho salir de mi boca mientras tiritaba de escalofríos producto de la fría brisa que se sentía por estas horas. Mientras seguía pensando en los acontecimientos pasados, aún recordaba con profundo dolor la vez que mi hermano cayó desplomado por el cansancio en la puerta de la entrada mientras un hilo de color rojizo caía desde su cabeza, alguién le había golpeado lo suficientemente fuerte como para preocuparme por su inmortal vida... si lo sé, hasta era irónico pensarlo.

Él estaba ahí, recostado sobre mis pantorrillas mientras le limpiaba la herida, su respiración era agitada y la luz de la habitación le molestaba por lo que de vez en cuando se masajeaba los ojos, como si tuviera sueño. Y la verdad es que nunca le había visto tan vulnerable, pero incluso en esa incómoda posición tomó una de mis mejillas y sonrió para concluir con una pequeña frase -Lo siento, no terminé bien el trabajo, no conseguí el dinero -

Quise golpearlo en las costillas, para que le doliera, pero de mí solo brotaron las lagrimas, mi maldito hermano pasaba las noches trabajando en cosas que no me quería contar, para llevar dinero pues casi eramos pobres, mi hermano perdió todo lo que tenía de noble al asesinar a nuestra familia y solo se quedó conmigo, su hermana tonta que no puede conseguir aunque sea un trabajo para ayudarle. Me sentía fatal, porque pese a resultar herido el infeliz me pedía disculpas por no cumplirme... Así que me alejé de él cuando dijo eso, no quería que me viera llorar, pero cuando se me acercó no pude desprenderme de él y lo abracé fuerte, tan fuerte que hasta probablemente le dolió, le dije sinceramente -Por favor, no mueras ¿me escuchaste maldito? -

Desde entonces que busco trabajo, no quiero que se arriesgue tanto. Eckard es lo único que tengo y lo único que necesito, pero no puedo vivir con el miedo de creer que cualquiera de estas noches no regresará jamás... no podía vivir con eso así que tenía que hacer algo. Eso me dije a mi misma cuando comencé a buscar un lugar para ganar dinero, pero hasta el momento nada sucedía.

Estaba tan concentrada pensando estupideces que algo me detuvo de golpe, una mujer, una bella mujer de ojos verdes chocó conmigo, caí al piso sentada y la miré atonita, parecía ser de clase alta... ¿que hacía una mujer de clase alta en la Risknar pobre? La miré pensativa sin decir nada, pues ella habló primero. -Lo siento, estoy en las nubes.¿vienes por el puesto?-

*¿Puesto?, ¿que puesto?* pensé, aún estaba algo perdida por lo sucedido, pero entonces comprendí donde estaba, la verdad es que nunca había caminado por aquí pese a que siempre había vivido en esta zona. Frente a mi un local de servicio de bebidas y una mujer hablándome de un puesto... de trabajo  -Tienen un puesto vacante? - Me levanté rápidamente entusiasmada, pero luego dudé -¿Que hay que hacer? - Esperaba y no hubieran proposiciones sexuales como en el anterior puesto de trabajo que ofrecían, no quería eso, jamás aceptaría algo como eso.

–Pues sí, necesitamos a alguien aquí, solo deberás tomar los pedidos y luego  llevar las cosas a las mesas, la verdad es que me vendría bien la ayuda ya mismo porque el dueño está enfermo, ven, sígueme y te muestro el lugar y todo eso por si te lo estás pensando- La mujer de estampa elegante me invitó a entrar... ¿sería una trampa? Todo bar al que había entrado hoy quería mis servicios "especiales" y no estaba segura si era buena idea creerle a esta mujer pues ¿qué hacía una mujer de habla elegante en la Risknar pobre? mmmm, no tenía idea que pasaba, tan solo esperaba que la suerte no me jugara una mala pasada.

Entré algo nerviosa pero la mujer siguió hablando, sobre el horario. Además el lugar parecía acogedor y tranquilo, diferente para lo que usualmente podía verse por los locales nocturnos de Risknar, parecía demasiado bueno para ser verdad.

-Ven siéntate- dijo la mujer mientras servía un vaso de zumo para mí. Ya me había contado además sobre el sueldo, que me vendría de maravilla, parecía como si hubiera encontrado el paraíso en el infierno, de seguro mi hermano se pondría contento... mi hermano... el recordarlo me hacía sentir un poco triste. Me preguntaba en qué estupideces se encontraba ahora

–A todo esto olvidé decirte que me llamo Amanda Chassiel - Dijo la mujer y bebió su vaso tranquilamente, pude sentir algo de admiración en su forma de ser, ¿mi madre sería así de elegante en vida? Ya sabía yo que a mi hermano no le gustaba que yo alucinase con esa vida, me dijo que algún día me llevaría de vuelta pero que nunca le agradó como los ricos trataban a la gente. Ese mundo casi lo destruye y no quería que me destruyera a mí, pero lo que él no sabía es que cualquier mundo podía destruirme y lo que llevábamos hasta ahora lo estaba haciendo de a poco. -Yo me llamo Amy, Amy Eins-

-A veces surgirán algunas peleas entre los clientes, aunque son muy raras en este local, pero no te preocupes, nunca pasan a mayores y los que las han provocado son echados inmediatamente por alguno de los grandulones, o por el pingüino- Miró hacia todos lados como si quisiera evitar que alguien la oyese –Él es… un enano- al decir eso bajó la voz y yo me sorprendí, jamás había visto uno, me preguntaba si era como las leyendas decían, bajitos y con una gran barba.

–Bueno, que me dices, ¿te interesa el puesto?- Dijo Amanda y bebió otro sorbo pero sin dejar de mirarme, miré inmediatamente la mesa y subí mis manos cruzándolas, usualmente hacía eso para pensar mientras me mordía el labio superior, sinceramente no tenía ninguna experiencia trabajando pues mi hermano no me dejaba, ahora que ya soy mayor podía hacerlo pero no sabía si lo haría bien. Pero ésta era la mejor oferta que tenía y estaba decidida a no dejarla pasar -Por supuesto que sí señorita Amanda. Dígame, ¿cuándo tengo que empezar? -

–Pues, a mí me interesaría si pudieras comenzar hoy mismo, es que el dueño esta indispuesto y estoy casi sola así que eso lo hace difícil. *¿empezar ahora mismo?* admito que dudé, era tarde y quería ver si mi hermano estaba ahí, probablemente se asustaría si no me vía, era complicado todo. Pero me armé de valor y decidí quedarme, pues era la mejor oportunidad que había recibido en mucho tiempo y no la dejaría pasar, si comenzaba hoy mismo todo podía resultar de forma positiva. No pude evitar sentirme contenta, a veces odiaba ser tan risueña. Pero en eso aparece un Enano, era la primera vez que veía uno, era pequeñito como decían las historias que me contaba mi hermano de pequeña, pequeño pero poderoso, eso pensé, aunque por alguna el enano me veía demasiado y lo miré extrañada. En eso Amanda nos presentó.

–Pingüino, ella será la nueva mesera, se llama Amy Eins- El pingüino, como le llamaban. Ni siquiera me saludó y yo no sabía qué hacer, el tan sólo me miró de pies a cabeza y sonrió para al segundo marcharse. Pensé que había hecho algo malo así que de inmediato miré a Amanda algo descolocada, pero no sé si ella se dio cuenta de mi reacción pues siguió hablando.

–Con respecto a los servicios de compañía- Eso fue como un balde de agua fría… quería ponerme a llorar ¿me iba a pedir que trabajara en eso? Tragué saliva de la rabia y la pena, no podía creer que tuviera tanta mala suerte, siempre terminaba en un lugar así, donde hombres y mujeres querían ponerme las manos encima, de solo imaginármelo me daba asco. Amanda siguió la palabrería pero yo ya me quería morir.

–No me interesa si los haces o no, solo te pido que los hagas fuera de aquí, ya que aquí no los ofrecemos, si los clientes las traen no nos importa, espero me entiendas.-

-Ni de broma dejaré que usted... - espera… *¿acaba de decir que no quería que hiciera eso?* esa fue la frase que llenó mi mente en ese minuto y la alegría volvió a mí luego de haber apretado los ojos la segunda vez que habló, ella no quería que fuera una trabajadora sexual y eso me alegró, abrí los ojos y no pude evitar el lagrimeo suave producto de haber apretado mis ojos demasiado fuerte –Lo siento… no se preocupe señorita. No me dedico a eso – Sonreí feliz, ya quería llegar con la noticia donde mi hermano, pero acordarme de eso me dio algo de pena pues, ¿trabajar de noche no significaría eso que tendría menos tiempo para estar con él?


Pensé por unos segundos cuando me dije a mi misma que mi hermano probablemente estaba ahora con una de sus mujeres y que ni siquiera estaba pensando en ella, tenía que tomar esta decisión y lo haría sola.


-Está bien señorita Amanda, comenzaré hoy mismo – Le tomé la mano e hice una reverencia como gratitud pensando en que la suerte me acompañó después de todo. Que chocarse con la mujer que te daría trabajo no le pasaba a cualquiera.

-Bueno, tu trabajo esta noche será simple, tomar los pedidos de las mesas y luego llevarle lo que hayan pedido. No importa si no tienes experiencia, hoy es uno de esos días en los que aparece poca gente pero que se quedan hasta cerrar así que te servirá de entrenamiento. Mandaré a una de las chicas para que te explique.

Tomé mucha atención a lo que me pedía que hiciese, la verdad no parecía algo difícil de hacer, pero estaba nerviosa pues era mi primer trabajo y no quería joderla, estaba ansiosa pero lista, ya podía ver la cara de Eckard cuando me viese llegar con la noticia.

Ya estaba todo preparado para comenzar con la labor, o eso pensé hasta que llegó "el pingüino", que apodo más extraño, pero ahí estaba él, con una rosa roja hermosa y enorme en sus manos, ladeé mi cabeza pues no entendía nada de lo que sucedía, era como una pequeña broma, o eso imaginé y no pequeña por su tamaño... olviden todo lo que estoy diciendo. “Una flor, para otra flor”. ¿Flor? ¿A qué se refería este? miré hacia todos lados y coincidí en que se refería a alguien, así que miré a los alrededores, me percaté que Amanda se marchó rápidamente y me quedé sola con él ¿sería posible que se refería a mí? que amable pensé, de seguro era una especie de bienvenida.

-Muchas gracias chiquitín, digo, pingüino, digo... ¿cuál es tu nombre? - Tomé la rosa y le di palmadas en la espalda mientras le regalé una gran sonrisa, no entendía por qué le trataba como un niño, quizás por su tamaño y eso... no es que lo esté discriminando. El asunto es que llevé la flor hasta la barra pero no sabía qué hacer con ella. -Psss... Amanda... ¿qué hago con esto?, ¿dónde lo dejo? - Le indiqué la flor, no quería que se muriera pero tampoco podía llevarla a casa, sería raro para Eckard verme llegar con una, aunque claro, podía explicarle que es una especia de bienvenida pero no sé si lo creería.